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28 de junio de 2011

Sebastian; una historía entre la infatuación y el amor.




El hecho de que no les haya ido bien en el amor, no quiere decir que no exista, hoy dedico este pequeño cuento a todos aquellos soldados que buscan victoria en sus corazones y gasolina para sus sonrisas, espero que les guste, ha sido espontáneo. :D

 
Sebastián tuvo un pésimo día, pues es uno de esos momentos en los que se cree que no hay motivos suficientes para regalar sonrisas desperdiciadas a la contaminada intemperie.
Decidió alejarse de la monotonía y dentro de la urbe escapó a un lugar que vestía de verde, se respiraba naturaleza y olía lo mismo, caminaba por ahí con rumbo desconocido aun para él. 

Mientras miraba fijamente el camino que sus pies recorrían, Sebastián notó ruidos extraños, pues fue la primera vez que no le agradó del todo el sonido de las hojas secas tronando, nervioso interrumpió su camino y exploró el área sigilosamente y en la lejanía notó que una persona pasaba por ahí. Decidió acercarse para reflejar en sus ojos la respuesta a su curiosidad.  Pero al ya estar más cerca de la escena del crimen, pudo notar como esa sombra se iba desapareciendo poco a poco.

El intrigado decidió regresar a casa, pero eso no es todo! – Decidió regresar al día siguiente, teniendo ayuda de la conspiración del cosmos y sus estrellas y un poco de suerte para repetir aquel encuentro furtivo, que a pesar de haber sido prácticamente nulo, fue lo más real que había sentido en mucho tiempo.

Sebastián regresó al mismo lugar, la diferencia la hacia el outfit y la hora, llegando más temprano para no perderse detalle alguno, como es de esperarse en este tipo de cuentos clichés, pasaron casi 40 minutos cuando la misteriosa sombra apareció, Sebastián corrió tanto que parecía que volaba. 

Cuando llegó hacia la sombra, gritó en tono suave “Hola” la sombra se detuvo y lentamente camino hacia él, cuando la sombra se iba difuminando y cada vez tenia mas forma de ser humano, el corazón de Sebas era el de un colibrí. Al mirarse fijamente solo pudo pensar una cosa. ¡Qué bello hombre! Preguntó su nombre, el otro con semejante elegancia y delicadez respondió  Carlo! - su respiración se detiene por un momento al descubrirse en un universo al que había esperado tanto llegar, sus ojos se sintieron bajo un extraño hechizo de media noche, como si la luna conspirara para que los pasamientos evaporados ahí, fueran de lluvia que volvían a las nubes iluminándolas y haciéndolas resplandecer con tal fuerza que pareciera que el mar se iba al cielo.

Esa sensación titánica que arrancaba a suspiros los ojos grandes pero inocentes de aquel espectador que ante tal belleza su cuerpo sucumbió, no podía más contenerse, enajenados uno del otro, 1corazón 300 latidos por segundo, dos manos en el rose y un cuerpo que se reusaba a compartir con el aire el orbital, decidieron sin más fundirse más allá de los labios, más allá de las manos, más allá del cuerpo y del entendimiento habitual, era un mundo creado al tocarse uno al otro.

Crecía con cada arritmia controlada de aquellos jóvenes y rojos corazones, un mundo que no sabía de dolor, desconocía temores y que estaba enteramente dispuesto a crecer y llegar tan lejos como el hombre nunca ha podido.

Envidia más pura hasta la bandera postrada en la joroba de luna causaba este encuentro que mas que utópico inusual.  Pareciese una eternidad cuando sólo 29 segundos habían pasado desde la mirada inicial.

Un lugar en donde la cronología aguafiestas inventada por los blancos no afecta momentos invaluables en el tesoro de lo que sus historia comenzaba apenas a escribirse, era este el primer roce de la tinta con el papel, de una historia en la que no se quiere saber de finales ni introducciones y clímax innecesarios de lo que realmente sumaba relevancia a su frágil pero sin igual historia.

Por fin los dos descubrieron que tras los suspiros y las rosas, había un código jamás inventado que tenían que aprender a alimentar, aprender a volar sin necesidad de alas, respirar sin abrir la boca, suspirar imitando el viento, hablar sin necesidad de palabras, amar sin decirlo.
Un amor encerrado en la ternura de sus protagonistas, limpio, nuevo y vigorizante, con temores que ayudaran a reforzar cada vez más el castillo en que creían haber vivido encerrados, cuando en realidad habían tratado de entrar todo este tiempo.

Sebastián abandonó el cuarto más alto, para estrenar su corazón que por años permaneció cautivo y enterrado dispuesto a entregarse y desempolvar su alma y reparar su sonrisa lastimada. Dispuestos los dos emprendieron un viaje sin maletas con fantasmas y luz, el destino era un apartado lugar.
Carlo lo tomo entre sus brazos por el resto de muchos años, nunca se supo nada de ellos, corrió el rumor que se les ha visto en el cielo coloreando nubes, y otros aseguran que los han visto caminar por las calles magestuosas del centro histórico, su relato se ha convertido en un mito urbano dulce de digerir.

Se ha convertido en un triunfo de la duda, ahora su hogar es una pintura, que cada que ellos se miran, se admiran y se besan, es también los colores que dan vida a esa obra de arte que llaman relación y tratan de pintarla y contarla al mundo. 

Mito urbano o leyenda de envidiosos, solo tal vez para pocos una historia de amor que nació de la incertidumbre, creció y se divorcio de la duda, un amor es el resultado de dos cómplices,  extraños para el pueblo.



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